lunes, 29 de diciembre de 2014

La sirena de Finisterre

...inspirado por Noa (que procede de Noé, Noia) y por el ocean drum de Noe...



Las olas batían los granos de arena, besando la orilla. Un rumor de alas acompañaba este vaivén. El sol deslumbraba con los primeros rayos, cuando la sirena asomó por entre las aguas. Primero asomó su cabeza, con su tersa piel y los cabellos hasta los pies. Un pescador que aquella mañana negociaba de nuevo con la mar se quedó petrificado ante tanta belleza. Tan sólo sus ojos y su boca podían detener el Universo. Y el vaivén de las olas fue descubriendo su cintura, sus recién estrenadas piernas, inaugurando su vuelta a la Tierra. Posaba sus pies en la arena como se posan las mariposas en las coles, acariciándolas suavemente. Miró a las gaviotas, no sabía que pudieran volar. Desde el océano sólo eran seres que se sumergían para cazar y ahora las veía tan majestuosas, tan sublimes. Y echó a andar, saboreando cada paso como las caladas de agua salada. ¿Hacía donde se dirigía, pensó? Y una voz interior le respondió: vas en busca de la Madre Tierra. Y de repente le vinieron los recuerdos de su vida anterior, había sido humana antes que sirena, ahora emprendía el camino de vuelta. Y siguió caminando, el eco de las olas ya era un rumor lejano y la envolvía el ajetreo de la mañana en la lonja. Entonces preguntó a un señor sentado en un banco de la plaza: ¿Perdona, dónde puedo encontrar a la Madre Tierra? Y el señor sorprendido ante tal cuestión le respondió: en el nacimiento del río de la vida, dicen que a veces se aparece la madre tierra, tienes que subir al monte de Finisterre y ojalá tengas suerte. Gracias buen hombre, le contestó. Y emprendió la subida al monte, piedra a piedra, siguiendo su camino firme y decidida, disfrutando de la experiencia de estar de pie a lomos de la montaña mágica. Cuando llegó a una altura donde se veía el horizonte y la ría de Finisterre, descubrió un árbol muy peculiar. De sus ramas no colgaban frutos normales, no tenía frutos secos ni nada que se le pareciera. En su lugar se ofrecían al viajero pequeños deseos. El viento soplaba con fuerza sacudiendo sus hojas, creando un baile entre el árbol y la brisa, donde la coreografía dibujaba cometas platedas. Ni corta ni perezosa, la sirena humanizada probó uno de sus frutos. Por un instante deleitó el mejor sabor que había probado nunca, un brebaje que la llenó el cuerpo y el alma. Se sentía con fuerzas para continuar su andadura, convencida de que encontraría a madre tierra en lo alto de la montaña. Cuando llegó vio el nacimiento del río de la Vida y aguardó la llegada de Madre Tierra, pero nadie apareció por el lugar. En una vieja cueva celta se dispuso a dormir. Soñó que viajaba en una barca a la deriva en una noche de luna llena, se encontraba perdida, ante el rugir de las olas contra el pequeño bote. Cuando de repente la luna le habló: …recuerda quién eres… Y de la impresión se despertó y sin dudarlo, caminó hacia el nacimiento del río de la Vida para mirarse en el reflejo del agua, y lo que vio fue la imagen más hermosa del mundo: todo el planeta cabía en su mirada, las raíces, los árboles y las plantas, los animales, las montañas y los ríos, todos los seres que poblaban este sagrado planeta cabían en su mirada, estaba mirándose con amor y sabiduría, porque ella era la Madre Tierra.     

3 comentarios:

  1. Cariño que cuento tan bonito¡¡ y lo más mágico fue tu improvisación en directo, eres un artistaaaa¡¡ tq

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  2. es un regalo sentirse tan cerca de tu alma
    las Noelias te queremos todo el rato

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